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dc.creatorMILAGROS MENDEZ UBACHes_ES
dc.creatorCARLOS SABAS CRUZ FUENTESes_ES
dc.date1999
dc.date.accessioned2019-11-08T18:59:53Z
dc.date.available2019-11-08T18:59:53Z
dc.identifierhttp://www.revistasaludmental.mx/index.php/salud_mental/es_ES
dc.identifier.urihttp://repositorio.inprf.gob.mx/handle/123456789/7389
dc.descriptionEl desarrollo de modelos animales y de técnicas especializadas para estudiar las funciones neurales, así como los estudios sobre el comportamiento, la fisiología y los efectos neurológicos del uso del alcohol en humanos, han ampliado nuestro conocimiento sobre los procesos del abuso, la tolerancia y la dependencia física del alcohol. El alcohol, así como otras drogas de abuso, ejerce sus acciones a través de mecanismos de reforzamiento positivo y negativo, las cuales están relacionadas con una variedad de estados subjetivos, que van desde sensaciones placenteras hasta la euforía, o con efectos de relajación. Los meanismos de reforzamiento positivo del alcohol han sido estudiados en varios modelos experimentales. El desarrollo de líneas de roedores seleccionadas genéticamente para manifestar diferentes preferencias por las sustancias, ha sido de particular utilidad para identificar algunos de los sustratos neurales y de los sistemas de neurotransmisores implicados. Las propiedades reforzadoras del alcohol pueden contribuir de manera importante en los procesos biológicos que llevan a un consumo inicial, la ingesta continua, al abuso de la sustancia y, eventualmente, al desarrollo de una dependencia de la droga. Se ha sugerido que esto ocurre a través de la activación de circuitos neuronales específicos, conocidos como mecanismos cerebrales de recompensa y reforzamiento positivo. El sistema dopaminérgico mesolímbico juega un papel crucial en estos mecanismos. Los efectos reforzadores del alcohol sobre esta vía neural han sido estudiados mediante el procedimiento experimental conocido como estimulación cerebral de recompensa (ECR). El alcohol aumenta la tasa de auto-estimulación del animal y disminuye el umbral de la corriente eléctrica, facilitando así la ejecución de la ECR. Por otra parte, las dosis bajas de alcohol aumentan la actividad motora espontánea, mientras que las dosis altas la reducen. Estos efectos parecen llevarse a cabo a través de un mecanismo común que está relacionado con una actividad aumentada del sistema dopaminérgico mesolímbico. Además, algunos estudios muestran que los animales se auto-administran alcohol en regiones específicas del cerebro como el área tegmental ventral, lo que sugiere que éstos consumen alcohol debido a los efectos farmacológicos de la droga a nivel cerebral. En conclusión, el alcohol actúa como un reforzador positivo en el cerebro, ejerciendo sus acciones sobre los mismos sustratos neurales que otras drogas de abuso.es_ES
dc.formatAdobe PDFes_ES
dc.language.isospaes_ES
dc.publisherInstituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñizes_ES
dc.rightsAcceso Abiertoes_ES
dc.sourceSalud Mental (01853325) Vol.22 no.1 p.46-51 (1999)es_ES
dc.subjectMEDICINA Y CIENCIAS DE LA SALUDes_ES
dc.titleMecanismos cerebrales de reforzamiento del alcohol. I. Efectos sobre el comportamientoes_ES
dc.typeArtículoes_ES
dc.rights.licensehttp://creativecommons.org/licenses/by-nc/4.0es_ES
dc.creator.tidcurpes_ES
dc.creator.tidcurpes_ES


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